ALICIA ZAPARAÍN MARKETING Y GESTIÓN DE MODA / FASHION MARKETING AND MANAGEMENT

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Color del año, Marketing y Moda


Meses antes de comenzar un nuevo año se inician las apuestas ¡hagan juego señores! ¿Cuál será el elegido por el Instituto Pantone como color oficial del año? El gran experto en color da el tono y la orquesta comienza a tocar: en 2011 interpretó la sinfonía Pantone® Madreselva 18-2120 o Honeysuckle. Las notas llegaron lejos y no marcaban sólo el compás de dibujos, tejidos y materiales, sino también tendencias. Que alguien marque standares de color a las empresas de diseño gráfico, textil, de moda y decoración supone una complicación y una comodidad.
La reflexión acerca del color elegido cada año procede de algo sencillo: la observación de la realidad, de las personas y sus hábitos cotidianos, de los estados de ánimo y, según ciertos expertos, de la arbitrariedad de las reglas de este juego. Si un tono rosa con pigmentos rojos es capaz de animar el espíritu y rechazar la melancolía, como se ha dicho del 18-2120, bien se podría comercializar en píldoras.



Pantone domina el marketing y sabe que su elección anual marca tendencia en diseño, decoración, moda y publicidad: fundas de iPhone, pijamas, cojines, maquillaje, tazas de desayuno, perfumes o corbatas con un tono vital, valiente y que inspira confianza en momentos de estrés e incertidumbre como este 2011 que termina. 2012 sonará a ritmo de Tango con el Tangerine Tango 17-1463: en palabras de la directora ejecutiva del Pantone Color Institute® es un color “sofisticado pero al mismo tiempo dramático…un naranja con mucha profundidad…une la vivacidad y adrenalina impetuosa del rojo con la amabilidad y calidez del amarillo, hasta formar un color  magnético de alta visibilidad, que emana calor y energía”.



Oir hablar de un color como elemento que infunde fuerza y vigor para afrontar la vida diaria puede arrancar sonrisas irónicas o llevarnos a pensar con Lipovetsky que “El vituperio moralizante contra la moda debe ser superado: más allá de su irracionalidad y su aparente derroche, contribuye a una edificación más racional de la sociedad en cuanto que socializa a los seres en el cambio y los prepara para un reciclaje permanente. Suaviza las rigideces y resistencias: la forma moda es un instrumento de racionalidad social, racionalidad invisible, no mesurable, pero imprescindible para adaptarse rápidamente a la modernidad, para acelerar las mutaciones en curso y para constituir una sociedad preparada frente a las exigencias en continua transformación del futuro” (Gilles Lipovetsky, El Imperio de lo efímero).